viernes, 23 de mayo de 2014

El tipeo histérico

Tengo la memoria perdida.
La cabeza de bicho y las amígdalas empañadas de sal.
Me duele pensar en pasado.
Me carcome la vida entera pensar
                                   solo pensar
                                   me ahogo
Me odio, me odio. Así tal cual he renacido para morir

miércoles, 21 de mayo de 2014

Evocación a la perfidia


Nublado estás. 
La lluvia rígida se acongoja de miedo por tus entrañas.
Habías olvidado qué significaba odiar.
Iracundas planicies desbordan tu locura,
De las flores podridas;  de la rabia imperecedera
Los pastos verdes se tornan amarillentos y rancios
Era la hora de abrazar lo que habías olvidado
Había llegado el tiempo para tomarte de los pies.
Era la tempestad vacía que te saludaba desde el inframundo
Era la mujer pálida que miraba
Era yo, la que te decía que todo iba a estar peor. 

La mañana



Un papel colgado en la pared
Unos pelos sueltos enredados en el cuello
Migas de pan en el suelo y en la cama
Olor a sexo
Olor a besos mezquinos y maquillaje corrido
Un cigarro muerto en el velador
                                               Putrefacto
En el papel dice que te vas
Te levantas; miras por la ventana; suspiras

                                               Enmudeces las palabras

domingo, 1 de septiembre de 2013

Mawënn



No te acabes maun
, que me quedo sin aire.

No te acabes agua de movimiento; de bonanza y rudimento.

No te acabes gota de aguacero que inundas mi fehaciente tranquilidad.

No te me vayas lejos, que la intemperie me azota sin tregua.

No me dejes desnuda y temerosa frente al porvenir.

Aguanta mi tempestividad y recoge mi labia de soledad.

                                                 Que llora.


Aférrate a mi ansiedad como si fuese parte de tu estructura.

Ahuyenta al grito de desasosiego que mi cuerpo se estremece

                                                     y muere.


Tómame mientras duermo para no sentir tu ausencia.

Despójame del iluso pensamiento en el que vivo;

Para que cuando abra mis ojos, recuerde que nunca estuviste aquí.



                                                               Lloviendo.



jueves, 23 de mayo de 2013

velada




Qué poeta ha de intervenir en el papel blanco, cuando tiene en su puñal la sangre

de su historia.

La penumbra de lo innombrable; lo invariable de la soledad y el ruido de las tripas 

titilantes.

Siento ganas de presionar la tierra,

convertir lo seco en fuego.

Ando con el rencor expuesto en mis venas.

Me estoy comiendo la materia con los ojos.

Estoy escupiendo palabras hexagonales.

Hoyos de estremecimiento. 

Llovizna de tejados sucios. 


Una naturaleza esquizofrénica me inunda hasta el cuello. 


Me deja con las manos nerviosas.

Incapacitada y estúpida ante este papel que me grita.

Quiero sentirme calma para que la verborrea me acongoje y me permita exprimir

lo que en mí cerebro caprichoso se almacena. 

Esperaré; impoluta hasta que lleguen aquí,


aquellas palabras que nunca vienen. 


martes, 4 de diciembre de 2012

Una palabra constante


A veces me quiero morir. Me quiero ahogar en un pozo infinito. Llevarme las garras sucias que rasgan mi espalda. Hundir el pesar de mi dolor y callar por fin la angustia piadosa que me tira de los pies.

Las somnolientas noches de cansancio no me dejan vivir. No me dejan existir. Yo quiero reír.

La tranquilidad se vuelve un anhelo de niña; un deseo de cumpleaños ¿Es acaso este muro de lamentos que se dispara como cohete, el que me impide avanzar?

Un respiro, solo uno te pido. Déjame yacer en la penumbra de la quebrada. Morir. Cerrar los ojos. Olvidar las lágrimas. Arrinconar las penas y descansar.

El espacio que habito no es de nadie, sin embargo es como si fuera del demonio. 

El día que fuimos invadidos por armas y religiones morbosas, perdimos todo. El alma, el amor, la humildad y la bondad. Ahora abrimos las piernas por poder y abandonamos sueños por falta de aquél elemento hediondo llamado dinero. Te escupo una y mil veces y si pudiera te cagaría.

Siento una rabia incontrolable; un aullido escondido en la garganta como si una jauría estuviese a punto de ladrar.

Tengo un llanto apaciguado en mi estomago. Una llanura desolada y tímida.

En mis muslos escondo venas rotas. Y en mis pies, caminatas eternas.

Soy un espécimen deforme. Una llaga infinita. Un cúmulo de mierda y odio.

Si ponerme una bala en la sien o una cuerda alrededor del cuello solucionara los problemas, yo estaría tirada en el olvido. Sin embargo, tengo una zarpa que me empuja; unas piernas que no me abandonan y un corazón chorreante de sangre para tirarle encima a  quienes se me crucen.

Pero aún quiero morirme. Pero no hoy. Tal vez mañana.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Pesadilla



Estoy opaca, ensimismada y atormentada.
Me encuentro en la llamarada agonizante de la pasión. En esa que te cubre el pecho de vergüenza y cinismo.

Me escondo en la oscuridad latente, donde aparece el abrazo quebrado del duelo que me rasguñó la espalda descubierta de dolor. 

Me debato como en una batalla con el amor misterioso que me entregas y el amor vicioso y enfermizo con el que te amo yo. 

Intento ver en el fondo moribundo de la soledad impura, como me llamas. Como te haces pasar por el hombre que se cree mi amante y mi espejismo casual.
Me llamas iracundo y confundido. 
Me gritas loca.

Desde la lejanía me abres la boca que vocifera mi demencia. 
Cierras los ojos y no miras mis rodillas cansadas y mis manos agobiadas. 

En mi desventura, corro por la tierra que no me acoge ni me entiende. 
Me siento sobre el barro avellano y  húmedo para ver a través de la nada, un algo de respuesta.

Ya se acerca la penumbra que me invita a morir en la cristalina dicha de apuñalar mi alma ciega. 
Toma de mis dedos para llegar al puñal que enterraré en mi pasado imperecedero y mi terrible realidad.

Por hoy, solo me queda viajar por el sendero infausto, hasta perecer en el más ausente manifiesto de ilusa catarsis.