jueves, 4 de noviembre de 2010

El amor de antes



El viejo Juan se sentaba todas las mañanas afuera de su casa en un banquita que tenía más años que él, pero aún sostenía el peso de aquél fiel degustador del tinto matutino.



A Don Juan no le caían más años en el cuerpo, sin embargo las historias que alojaban sus canas no se comparaban con ninguna anécdota provinciana.


El viejo Juan todavía me cuenta que en sus tiempos uno se enamoraba una vez y, no como como los "cabros de ahora", como dice él, que reparten para todas partes, los besos y las manos.

El



Hoy fui testigo de las palabras de él. Aquél indescriptible ser que arrasa con la velocidad del habla. Él destruye cosas pero las vuelve a crear. Si pudiese escapar lejos de todo, quedaría aislado en compañía de la experiencia y sus manos temerosas pero fuertes.




Él quiere abandonar todo para comenzar a descubrir. 


A veces me quiere olvidar para volver a empezar. Anhela dejar atrás lo aprendido y errado, para educarse y desacertar nuevamente.


Él quiere volver a nacer para gritar sin ser censurado. No quiere ataduras ni tristezas. Quiere amar sin llorar. Escribir sin matar y por sobre todas las cosas, él quiere vivir