domingo, 7 de noviembre de 2010

Quizás



Está ahí, durmiendo, observando por entre sus sueños los paisajes temidos, inalcanzables, tétricos y bellos.


Se encuentra caminando por las piedras, por el agua del río que se acaba. 

A veces viene a contarme sus viajes. A veces corre para alcanzarme. Sin embargo, no siempre puede tomarme de la mano para llevarme con él.

Me digo a mi misma que él no quiere volver a estar aquí para acompañarme por siempre. Pero le digo gritándole que quisiera perderme entre sus pensamientos y sus brazos. 

Lo único que se regocija en mi memoria son sus palabras y las tan inquietantes ocasiones de encuentros entre nuestros cuerpos agitados por las caricias y el deseo de ser devorados. 

Hoy, él está aquí, despierto vociferandole al mundo que me ama. 

jueves, 4 de noviembre de 2010

El amor de antes



El viejo Juan se sentaba todas las mañanas afuera de su casa en un banquita que tenía más años que él, pero aún sostenía el peso de aquél fiel degustador del tinto matutino.



A Don Juan no le caían más años en el cuerpo, sin embargo las historias que alojaban sus canas no se comparaban con ninguna anécdota provinciana.


El viejo Juan todavía me cuenta que en sus tiempos uno se enamoraba una vez y, no como como los "cabros de ahora", como dice él, que reparten para todas partes, los besos y las manos.

El



Hoy fui testigo de las palabras de él. Aquél indescriptible ser que arrasa con la velocidad del habla. Él destruye cosas pero las vuelve a crear. Si pudiese escapar lejos de todo, quedaría aislado en compañía de la experiencia y sus manos temerosas pero fuertes.




Él quiere abandonar todo para comenzar a descubrir. 


A veces me quiere olvidar para volver a empezar. Anhela dejar atrás lo aprendido y errado, para educarse y desacertar nuevamente.


Él quiere volver a nacer para gritar sin ser censurado. No quiere ataduras ni tristezas. Quiere amar sin llorar. Escribir sin matar y por sobre todas las cosas, él quiere vivir